<p>”Ya basta, creo que todos deben darse cuenta que pagamos los que no debemos, los que no tienen vela en esta corrupción, de todo lo que hacen para conseguir un proyecto que no sirve para nada, para ganar adeptos. No somos sólo nosotros. Hay mucha gente aquí (esperando recuperar a su familiar fallecido en el accidente del Metro)”, dijo Mario, que esperaba a su hermano que tramitaba la recuperación del cuerpo de su esposa.
La noche del 3 de mayo fue agónica para quienes tuvieron que buscar de hospital en hospital a su familiar que no llegaba a casa y que solía utilizar la Línea 12, cuando se enteraron de que una trabe se había desplomado mientras el convoy del Metro pasaba por la estación aérea de Los Olivos.
Los familiares de Liliana López García la buscaron en los hospitales a los que se anunció que serían llevados los heridos. Comenzaron en Balbuena, luego fueron a Magdalena de las Salinas, después a Xoco y finalmente a Tláhuac, hasta que desistieron de encontrarla con vida.
El esposo de Liliana estaba en Monterrey, Nuevo León, por trabajo, y mientras él iba a la Ciudad de México sus hermanos le ayudaron a buscarla. Había pocas opciones para seguir buscándola con vida, el objetivo era encontrarla, así que decidieron buscarla en la Coordinación Territorial Iztapalapa 6, perteneciente a la Procuraduría local, que fue el lugar donde se encontraron los cuerpos de las personas que murieron en el accidente.
Y fue ahí donde finalmente fue encontrada. Su esposo fue quien entró a reconocer el cuerpo y de ahí otro calvario: el papeleo para tramitar el certificado de defunción y la entrega del cadáver. Pero el momento más difícil estaba por llegar, cómo decirle a un adolescente de 14 años que no volvería a ver a su madre con vida, una mujer trabajadora de 37 años, que solía tomar la llamada Línea Dorada después de las 10 de la noche, ya que era la encargada de una tienda de ropa y era la última en cerrar el local.
Este diario preguntó a la familia si las autoridades se habían dirigido a ellos para ofrecerles ayuda, el seguro que tiene todo pasajero que viaja en el Metro y sufre un accidente en sus instalaciones, pero desconocían este apoyo: “hasta ahora se han puesto en contacto con mi hermana de algún instituto de la mujer y parece que les pueden apoyar (…) Pero no, hasta ahora nadie se ha puesto en contacto con nosotros directamente ni nos han dicho nada, a no ser que nos vayan a decir algo ahora en las mesas, entonces estaremos pendientes”.
En el hospital Belisario Domínguez, ubicado en Av. Tláhuac 4866, San Lorenzo Tezonco, Iztapalapa, se encontraba Luis Díaz, un joven de 17 años que perdió a su padre, un hombre de 38 años, en el accidente.
Juan Luis Díaz Galicia fue encontrado con vida en el convoy que se partió en dos, era joven, tenía 38 años y luchaba por su vida, sin embargo, murió al llegar al hospital. Una vez que su familia lo encontró, parte de la mañana y de la tarde fue para el papeleo. Luis hijo esperaba a su madre, vestida toda de negro, que se encargaba del papeleo para que les entregaran el cuerpo.
Como en la mayoría de los casos de los afectados, no hubo llamadas para ofrecer ayuda, pero sí la esperanza de que las autoridades se hicieran cargo de los gastos funerarios, porque según Luis, su familia no tiene solvencia económica para afrontar este tipo de gastos ante este imprevisto.
Pero no todo fue tragedia, también hubo lágrimas de alegría. Un joven superviviente del accidente salió de las instalaciones del Hospital de Xoco, cojeando, agarrado al brazo de su madre. Una vez afuera, toda su familia lo abrazó y le agradeció la vida que le queda.
Vecinos de Tláhuac se manifestaron en la avenida del Periférico para exigir a las autoridades una investigación seria y un peritaje que garantice que no habrá más accidentes, así como castigo para los culpables de esta tragedia.